Una mona carayá fue separada de su manada en Corrientes

debido a que adoptó un grado de impronta con los humanos, lo que la llevó a recibir comida y trato no apto

para su especie. El animal silvestre presentaba un grado de impronta bastante elevado y había adoptado actitudes agresivas. Fue trasladada al Centro de Conservación Aguará para iniciar una rehabilitación conductual y revertir su comportamiento para que pueda ser liberada en el futuro. Se hace hincapié en la importancia de no dar de comer a la fauna silvestre, mantener una distancia prudente y no interactuar con ellos para evitar generar un mal para ellos.